viernes, 24 de noviembre de 2017

Sabios y viajeros

En una época muy lejana, antes del tiempo, la vida de una persona estaba limitada a una cantidad de kilómetros recorridos. Cada persona estaba destinada a morir luego de recorrer una distancia equivalente a tres vueltas a la tierra. Según se cuenta, las personas deberían haber cosechado suficientes vivencias a lo largo del trayecto y era menester transmitir esta experiencia mientras se compartía el viaje con los sucesores. Los viajeros eran los primeros en morir pero lo hacían plenos ya que habían logrado disfrutar de su vida a lo largo del camino. Los sedentarios por consecuencia, se convertían en seres longevos y pasivos, destinados a narrar desde su óptica la visión de un mundo aprendido solo por las vivencias ajenas. Su estado de quietud, les impedía nutrirse de información para corroborar los hechos narrados por los viajeros, y un poco más por desconocimiento, envidia y atrofia de la memoria, comenzaron a contar otra historia del mundo. Allí las cosas eran diferentes a lo vivido, pero no había quien pudiera atribuirse la veracidad de los hechos.
Los dioses dispusieron entonces, acotar la vida de las personas a solo 50 años en los cuales deberían disfrutar de su existencia. Esto fue celebrado por los viajeros y reprobado por los sabios sedentarios quienes atribuyeron su longevidad a la habilidad de no tomar riesgos innecesarios y la capacidad de tomarse las cosas con calma y no a los apurones como los viajeros. Los dioses no revieron su posición, y los sabios se sintieron estafados, así que empezaron a generar circunstancias y algunos inconvenientes para limitar la vida de los viajeros y así poder sumar voluntades y persuadir a los dioses acerca de su postura. Nada de esto sucedió.
Algunos de los inconvenientes que generaron los sabios, fueron la creación de las fronteras, el dinero, los caminos, las señalizaciones de máximas velocidades, las multas, la privatización de lugares y las documentaciones. También a raíz de la mayor cantidad de viajes realizados, muchos viajeros morían jóvenes, y los dioses decidieron dejar estos años vacantes en manos de los sabios.
Desde entonces, los sabios viven más que los viajeros, aunque no tan longevos como sus antecesores, y los que conservan parte de ese espíritu de antaño, y lograron recorrer la tierra tres veces, ya disfrutan de sus años extra para dar ellos mismos información para los demás sucesores de aventuras, sin intermediarios.
Los sabios, enfocaron entonces sus hábitos a cuidar tanto la salud como el conocimiento y se animaron a moverse un poco.
Los dioses decidieron que cada quien vele por sí mismo y dejaron que todo siga su curso sin interferir jamás con los hombres.
Los hombres sabios, aún presienten la existencia de los dioses señalando el día final de sus vidas.
Los viajeros continúan en movimiento.
Por suerte

No hay comentarios:

Publicar un comentario