miércoles, 7 de mayo de 2014

Dia 97 - Odioso con el calor.

 
 
Cuando llega el verano me pongo particularmente de mal humor.
Hay muchísimas causas, algunas olvidables y pedorras y otras de hondo contenido social, político y de relación.Entre las más leves y tolerables, se encuentra mi facilidad para transpirar copiosamente, lo cual me dificulta las tareas mas simples como escribir la lista de los mandados, descolgar la ropa de la soga,fumar, hacer el amor sin que las panzas hagan sonidos escatológicos y después nadar en un pantano hediondo de sudor, ponerme ropa, cocinar algo al horno o parrilla, etc. Hay cuestiones más sensibles que tienen más que ver con mi sensibilidad que con el calor, por ejemplo bailar en una fiesta sin chivar como un cerdo o saludar alguien con un beso o un abrazo y pasarle mis fluidos corporales de manera humillante y atroz.
Pero hay algo que me saca por sobre todas las cosas. Las metamorfosis de los vehículos.
Viste como le afloran a los automóviles una suerte de aletas amorfas colgando y cuando llegan a unas esquinas se despegan de la chapa para luego caer fofas de nuevo adhiriéndose como gruesos y viscosos tentaculos. Seguido de este grácil movimiento, el vehículo se cruza violentamente de mano arrollando todo a su paso.
Otro vehículo con ruedas que sufre transformaciones, es el changuito de supermercados. Sobre el barral donde uno lo toma para conducirlo y llevar a buen rumbo, aflora una suerte de gárgola fofa y maloliente que se desploma gracilmente dejando una suerte de hamaca paraguaya de cuero húmedo colgando del caño.
El calor me pone intolerante y básico, tiendo a ser muy introspectivo por necesidad.
Ojalá me llegue el aire que compré el mes pasado.