jueves, 2 de octubre de 2014

Día 46 - Ultima sesión con Mosconi


Mis sesiones no prosperaron mucho con Don Mosconi. Habían pasado cerca de dos meses y no había manera de avanzar con mi teoría de desbaratar a la psicología de su trono y demostrarle que los psicólogos son unos tránsfugas voyeurs. Ante cada avanzada, Mosconi me llevaba por vericuetos en los que me terminaba mordiendo el culo solo. Así que una tarde le dije a mi ex que la cosa no iba más, que mi psicólogo me dijo que tenía que buscar mi camino solo, por mi propio bien y el de los demás y que cualquiera que se acerque iba a salir dañado emocionalmente. No sé si se lo creyó pero me hizo un poco de escena necesaria, desplantes atrasados y devoluciones varias. También dejé de ir a lo de Mosconi. Entonces pasó algo milagroso, me sobraba guita, tiempo y no tenía que fingir amor por nadie. ¡Estaba curado! ¡Gracias a la psicología! Mosconi me llamó dos o tres veces y terminé diciéndole la verdad, que nunca me había sentido tan bien, y que se debía a que dejé de ir al consultorio y también que dejé a mi ex. Insistió en que vaya a verlo y le dije que sí, que un día lo llamaba e iba a ir a verlo. Así que contento me dispuse a salir solo de nuevo, en busca de la aventura, de la libertad...Me recorrí todos los bares y boliches y terminé solo y casi ebrio . No me daban bola ni los taxis. Así que antes de ir a mi depto pasé por un puterío de la zona a ver mujeres de cerca. No tenía mucho cash encima pero en una de esas me fiaban un polvorón. El vigilador me dejó pasar y la vista se me nubló, había medio lumen para alumbrar 70 metros cuadrados. Cuando el humo me dejó ver un poco, veo un par de sillones, una barra de bar con dos travestis y dos chicas hablando en una mesa. Me acerco a lo que parecían las chicas y por el poco dinero que llevaba encima solo iban a proporcionarme un par de mimos y un trago, nada más. Bueh, antes que nada era un campañón a esa altura. Estábamos en eso cuando se abre una puerta y sale Mosconi de la mano de un travesti colombiano. "¡Mosconi!¡Sorete!¡te patinás la plata de las sesiones en travas!" El hombre en medio de una enorme vergüenza se fue corriendo y a mí me echaron a patadas del local.

Más o menos al mes siguiente, me enteré que Mosconi, mi psicólogo tenía un hermano mellizo que se pegó un tiro y nunca se supo por qué.

Basta de psicología para mí.

Me compré un librito de Ari Paluch y ando fenómeno.