Mis sesiones no prosperaron mucho con Don Mosconi. Habían
pasado cerca de dos meses y no había manera de avanzar con mi teoría de
desbaratar a la psicología de su trono y demostrarle que los psicólogos son
unos tránsfugas voyeurs. Ante cada avanzada, Mosconi me llevaba por vericuetos
en los que me terminaba mordiendo el culo solo. Así que una tarde le dije a mi
ex que la cosa no iba más, que mi psicólogo me dijo que tenía que buscar mi
camino solo, por mi propio bien y el de los demás y que cualquiera que se
acerque iba a salir dañado emocionalmente. No sé si se lo creyó pero me hizo un
poco de escena necesaria, desplantes atrasados y devoluciones varias. También
dejé de ir a lo de Mosconi. Entonces pasó algo milagroso, me sobraba guita,
tiempo y no tenía que fingir amor por nadie. ¡Estaba curado! ¡Gracias a la
psicología! Mosconi me llamó dos o tres veces y terminé diciéndole la verdad,
que nunca me había sentido tan bien, y que se debía a que dejé de ir al
consultorio y también que dejé a mi ex. Insistió en que vaya a verlo y le dije
que sí, que un día lo llamaba e iba a ir a verlo. Así que contento me dispuse a
salir solo de nuevo, en busca de la aventura, de la libertad...Me recorrí todos
los bares y boliches y terminé solo y casi ebrio . No me daban bola ni los
taxis. Así que antes de ir a mi depto pasé por un puterío de la zona a ver
mujeres de cerca. No tenía mucho cash encima pero en una de esas me fiaban un
polvorón. El vigilador me dejó pasar y la vista se me nubló, había medio lumen
para alumbrar 70 metros cuadrados. Cuando el humo me dejó ver un poco, veo un
par de sillones, una barra de bar con dos travestis y dos chicas hablando en
una mesa. Me acerco a lo que parecían las chicas y por el poco dinero que
llevaba encima solo iban a proporcionarme un par de mimos y un trago, nada más.
Bueh, antes que nada era un campañón a esa altura. Estábamos en eso cuando se
abre una puerta y sale Mosconi de la mano de un travesti colombiano.
"¡Mosconi!¡Sorete!¡te patinás la plata de las sesiones en travas!" El
hombre en medio de una enorme vergüenza se fue corriendo y a mí me echaron a
patadas del local.
Más o menos al mes siguiente, me enteré que Mosconi, mi
psicólogo tenía un hermano mellizo que se pegó un tiro y nunca se supo por qué.
Basta de psicología para mí.
Me compré un librito de Ari Paluch y ando fenómeno.