jueves, 23 de octubre de 2014

Día 35 - La pampa tiene el ombú


Soy argentino.
Así dice mi documento. Nací, me crié y todavía vivo en Argentina, así que soy argentino.
Cuando me preguntan por una música argentina, respondo el tango, cuando pienso en una comida bien argentina, la respuesta es asado con vino. Pero cuando quiero pensar en un árbol argentino, se me viene inevitablemente el ombú.
¿Qué diablos tiene el ombú de particular?
Si es un vegetal solitario, gordo y perezoso. Ni siquiera es un árbol, es una hierba, un arbusto. No da fruto alguno, sus hojas no son comestibles y ni siquiera sirve para hacer leña ni muebles. Es una especie de yuyo con delirios de grandeza, que en su soberbia se disfraza de árbol engañando a más de un incauto. Sus raíces son dañinas para los vegetales que lo circundan hasta para los de su mismo género, por eso no vemos bosques de ombúes. Incluso es un bicho tan dañino que le quita sol y nutrientes a sus propios retoños y sobrevive gracias a un pequeño pajarito llamado tacuarita, que se come las semillas y las defeca lejos de sus padres con suficiente abono para crecer libre y hacer su propia vida.
¿Seremos así nosotros los argentinos? ¿Renegando de ser yuyo y pretendiendo ser árbol? ¿Con las raíces tan jodidas que ahogamos a todos a nuestro alrededor? ¿Qué nuestros hijos necesitan ser devorados por un extraño para luego ser cagados en alguna parte y así lejos, bien lejos de nosotros poder crecer para luego volverse como nosotros, unos gordos e inútiles arbustos con complejo de superioridad?
Mejor ni pensar en el tango ni en el asado..
tengo que dejar esta medicación.