lunes, 9 de marzo de 2015

Día 2 - Jurados

Hace unos días fui a ver una serie de obras de teatro en el marco de un festival provincial donde los jurados elegirían una para representar a la provincia en la fase nacional del mismo.
En el medio de una de las obras, sentí muchas ganas de irme, o al menos levantarme y gritarle a los actores que se pongan las pilas o devuelvan el dinero. Aquello era un verdadero asco. Dos mujeres gritaban cosas incomprensibles mientras que dos flacos barrían el escenario tarareando "la bamba" todo esto bañado de una luz azul que viraba hacia los magenta. El escenario era un tiradero de mugre, elementos innecesarios y objetos que nunca utilizaron los actores.
Estaba realmente incómodo hasta que vi a un flaco entre el público que tenía la mirada muy atenta, a pesar del embole que transmitía con el resto del cuerpo salvo los hombros que apuntaban hacia adelante. Era uno de los miembros del jurado.
Pobre flaco pensé, él sí está jodido, no puede irse alegremente...es más, debe quedarse hasta el final, y hasta todos los finales de las obras.
Intenté ponerme en los zapatos del pobre tipo....imposible.
Imagínese estimado lector, tener que ver o escuchar o leer algo que apesta y encima de eso, elaborar un puntaje o una crítica constructiva o algo que con mucha paciencia iba a terminar beneficiando sólo a una persona o grupo y ganarse el odio de un montón más...
¡Qué insufrible debe ser! No poder pararse y decir "¡Esto es una cagada! ¡Me voy a perder el tiempo en algo más productivo!" o al final del festival decir como conclusión "¡La mayoría de las obras fueron una cagada inentendible! ¡Dediquensé a otra cosa pero no le roben más la plata a la gente! ¡Lo siento, esto no es lo suyo!"
Pero  diosa paciencia, prima hermana de la hipocresía y parienta lejana de la diplomacia, hace que estos pobres seres, los jurados, traguen hondo y elaboren informes embetunados en vaselina y con cara de alegría señalar los puntos positivos, y a lo inentendible señalarlo como innovador o transgresor.
A los 5 minutos o 10 como mucho, uno se da cuenta si lo que ve es una bosta o es sublime. Hay imbeciles que piensan que si empezó mal la obra, con el proceso y el tiempo puede mejorar. Mentiras.
Pensemos en este ejemplo. Sos un jurado en un concurso de comidas y te sirven un sorete, de verdad, sin metáforas, un pedazo de mierda en un fino plato blanco. Vos lo probás y le insistís al cheff que es una mierda, que sabe a mierda, y el cheff te dice "¡Ehhh!¡Cómo se atreve a prejuzgar tan rápido si no lo terminó! ¡Eso que aún no probó la salsa de hongos marroquíes y el postre!"
No digo que hay que plantar la bandera en los primeros minutos de una obra o en las primeras lineas de un texto, pero la mayoría de los hechos artísticos si empiezan mal, acaban peor.
Estaba pensando en esto cuando el flaco del jurado, pestañeó largo, tomó aire y abrió los ojos mirádome como si me hubiera leído la mente. Cerró los ojos y asintió con su cabeza y siguió mirando derrotado, lo que quedaba de la obra.
Miré a mi alrededor y algunos me ponían un gesto de desagrado, otros como de resignación.
Juro que en el transcurso de todo esto que escribí, no dije una sola palabra en la sala, ni hice ningún quejido o suspiro o algo parecido.
A lo mejor eso de pensar en voz alta es cierto.
O tal vez debí usar menos desodorante.
Como sea, ¡Que laburo de mierda es ser jurado!