martes, 25 de noviembre de 2014

Día 22 - El día que Anaconda formó parte del pesebre.

Corrían los años 90 y el Padre Mario siempre organizaba los pesebres de la Parroquia Inmaculada Concepción. Cada año iba agregándole alguna  cosita extra cada año que lo volvía original y atractivo. Una vez le puso musica en vivo tocada por unos chicos del norte que hacían maravillas con la flauta dulce. Otro año, a la hora del nacimiento de Jesús hizo tirar una bengala que iluminó el pesebre por 2 minutos mientras duró el coro cantando Aleluya.Sin dudas, el Padre Mario ponía su corazón en cada presentación. La presentación del año 90, iba a ser especial. Tendría que esmerarse ya que tanto se había corrido la voz que el Obispo en persona quería presenciar la ceremonia. El padre estaba más nervioso que nunca, nada debía fallar.
Por aquel tiempo, Genaro el ahijado de Anaconda, era monaguillo y ayudaba al Padre Mario en todo lo que le pedía, conseguía cosas imposibles y le sacaba una sonrisa en las situaciones mas adversas. Tan así fue que al Padre casi se le infarta su anciano corazón cuando se enteró un día antes de acto, que la actriz que iba a ser la virgen María se contagió de hepatitis y no podría representar ese papel. El Padre estaba deshecho cuando se le acercó Genaro y lo escuchó paciente. No sabía como disculparse ante la comunidad el pobre párroco cuando Genaro le dijo que su madrina era actriz y sabía la letra ya que lo había ayudado a preparar los guiones y las luces. Le contó que tenía 23 años y vivía cerca de la Iglesia y que ese sábado no tenía nada planeado ya que siempre iba a aplaudir a su ahijado favorito. "¡Llamala rápido!" le dijo el padre y el niño agarró el pesado telefono negro de la iglesia y llamó. El cura ansioso le hacía gestos con la cara como preguntandole al niño que pasaba, y éste arrugaba la frente y levantaba las cejas murmurando porfavores y gracias. Cortó y le hizo una seña afirmativa al padre quien lo abrazó como para sacarle los ojos de las órbitas, y se fue a preparar las invitaciones. Genaro dijo "Mi madrina viene justo sobre la hora porque tiene que trabajar, pero llega bien."."Llevale el traje y que se lo mida, cualquier cosa que lo traiga para arreglarlo si le queda muy largo". Genaro terminó de repasar los guiones y los efectos de sonido y se fue a la casa de su madrina a llevarle el traje.
Al otro día temprano, hubo un cambio de planes. Al pesebre lo iban a montar en un semirremolque que alquiló el obispado para pasear la escena por las calles de la ciudad, así todos iban a poder disfrutarlo. El padre, más nervioso que nunca, repasó cada detalle y llamó por enésima vez a Genaro para recordarle el compromiso de su madrina.
Diez minutos antes de emprender la caravana, el padre Mario había masticado todas las velas de la iglesia. Estaba todo en su lugar y montado pero la virgen María venía con retraso. Cuando estaba a puto del infarto, dobló la esquina Anaconda vestido de virgen corriendo a todo lo que le daban las piernas. En el apuro, el padre lo subió al semirremolque y se fue al lado del chofer del tractor para indicarle el recorrido. Anaconda se acomodó como pudo y Genaro le alisó el traje. La caravana partió por las calles. La gente les tiraba flores y los niños del coro iban caminando mientras cantaban villancicos. Anaconda estaba emocionadisimo. Llevaban un bebé de verdad que hacía las veces de Jesús. Cuando pasaron frente al Obispo, Anaconda se puso de pie mientras la caravana aminoraba la marcha. Le mostró al Obispo la ternura del niño que llevaba en brazos. En eso una rafaga de viento le embolsó el traje y se lo levantó hasta los hombros enganchándose en la cabeza del bebé. El Obispo no podía creer lo que veía. En pleno pesebre una especie de fantasmagorica presencia ofrecía su sexo a la comunidad rodeado de figuras celestiales y enmarcado en un coro de niños que cesaron de cantar. El tractor hizo un sordo ruido y emanó una bocanada de humo espeso. Anaconda luchaba con el traje mientras gritaba como un hombre "¡pendejo de mierda! ¡soltame la pollera!" y lo sacudía de un lado a otro. Al padre Mario le empezó a latir un ojo, luego quedó duro, con la boca torcida. El Obispo empezó a rezar con los ojos cerrados,  San José, empezó a vomitar en el pesebre, los angelitos gritaban. Finalmente el traje cedió mientras la madre del niño se lo arrebató violentamente de las manos a Anaconda quien de un salto se bajó y se fue corriendo con Genaro por las calles más oscuras. Corrieron mucho, sin parar. Cuando ya no les dieron más las fuerzas, pararon. El corazón les iba a reventar en cualquier momento. Genaro, agitado y con los ojos desorbitados lo miró a Anaconda y le dijo "Madrina, ¿vos tenes pito?" . "Si Genarito." le dijo comprensivo Anaconda. "¿Por?". "Porque la operación está cara Genarito" concluyó Anaconda. Y se fueron a tomar el 147 rojo.