Estábamos en la casa de mis suegros
cuando mi hija mayor se acercó con el cuaderno de la escuela y nos
preguntó: “Para ustedes, ¿cuál fue el mejor invento de la
humanidad?”
¡Bomba!
Empezó la puja intelectual de los
domingos de sobremesa con fernet.
“El comunismo” bramó mi suegro con
la servilleta roja en la mano y agitando el vaso mientras tomaba aire
para empezar su discurso socialista de cuando era sindicalista en los
años duros.
“¡Las medicinas!” Gritó mi suegra
con la cuchilla de mango blanco en la mano, dando a entender que con
ella no se jodía.
“La cultura y la educación...”
concilió mi mujer tratando de calmar las aguas entre el toro y el
torero, aunque a esa altura no sabíamos quién era cada quién.
Yo miraba la biblioteca victorioso
mientras la plebe se batía a duelo en esa triste trilogía sin
retorno que es la eterna lucha ciencia/cultura/política. Jugué por
enésima vez con los hielos de mi fernet y los miraba mientras
aguardaba el silencio, la pequeña grieta en el grito para poner mi
infalible cuña. Cuando llegaron al callejón sin salida del
inentendimiento, les asesté mi mejor estocada....”El papel” les
dije. Los tres me miraron medio segundo y se montaron en mi caballo y
empezaron de nuevo “El papel es el vehículo de las ideas” dijo
mi suegro. “Sin el papel no se puede plasmar el conocimiento”
argumentó mi mujer con aires de suficiencia. “En papel se
documentan las enfermedades y sus curas y así se transmiten de
generación en generación” intentó concluir mi suegra. Y fue el
comienzo de una nueva etapa de discusiones. Fue como calmar un fuego
con nafta. “¿Para qué habré dicho el papel?” me maldije en
silencio buscando una forma de abrirme paso y dejar al mundo
boquiabierto... Las ideas me abandonaban en el medio del griterío.
Hasta que desde el fondo de mi cabeza, vino una respuesta estúpida,
pero asombrosa a la hora de cerrar discusiones. “¡El papel
higiénico carajo! ¡A ese papel me refería!! Y embalé....
“¿Vos te imaginás un mundo sin
papel higiénico? ¿Te da igual limpiarte con una hoja de suave papel
Kimberley Clark o con una hoja de Campanita calidad lija intermedio?
¿Te imaginás en una isla sin papel? Desde que el hombre es hombre
caga, siempre cagó y siempre va a cagar, así que el papel higiénico
es VITAL. Así que gente, no nos engañemos con boludeces, el mejor
invento sin duda es el papel higiénico, o mejor llamado Papel
Sanitario. ¡Ojo! La calidad del papel siempre marca la diferencia de
clases. Las altas se limpian con gruesas y suaves hojitas absorbentes
perfumadas que se degradan al contacto con el agua como un M & M.
A las clases medias se les da una calidad de papel intermedio. Las
hay buenas como el Scott y otras no tanto como el Higienol. Campanita
está destinado a las clases bajas que desarrollaron callosidades en
el traste para resistir el embate abrasivo de esa especie de rallador
ecológico. En cambio las clases trabajadoras, nos vemos obligados a
enfrentar toda clase de retos, desde papeles que se rompen al menor
tirón y te terminas limpiando el culo con un manojo de boletos o un
papel tan duro y flexible que cuando por fin se corta te queda un
manojo infame de serpentina gris que te manchas las manos hasta la
linea del corazón.”
Cuando terminé mi sabio discurso, me
descubro parado en la silla con el fernet en alto mientras todos me
miraban atónitos. Mi hija, con la boca aún abierta, anotó “El
mejor invento es el papel higiénico, porque...”
Mi mujer le arrancó el cuaderno y lo
hizo mil pedazos y se encerró en la pieza con un portazo. Mi suegro
se levantó en silencio y se encerró en la pieza del tele. Mi suegra
se fue al baño en silencio moviendo la cabeza como diciendo que no.
Mi hija me miraba con desconcierto con la lapicera aún en la mano.
Me bajé de la silla y le pedí disculpas. Lo que parecía un
puchero, era una carcajada contenida que estalló casi inmediatamente
cuando mi suegra le gritó a mi suegro desde el baño:
“¡Juaaaaannnnnn! ¡No hay papel!”