lunes, 30 de mayo de 2016

Carta abierta a Valeria Bertucelli

San Nicolás, 30 de Mayo del 2016

Querida Valeria:
                          Hace aproximadamente cuarenta años te conocí. Empezamos la escuela primaria juntos y no puedo ilustrar el momento dado que en una mala mudanza, tiré las fotos a la miércoles. Recuerdo ese día y no me entiendo. No importa, probablemente me hayas olvidado y lo importante de esta carta no soy yo sinó lo que pasamos en el colectivito de García, uno color naranja mal ¿te acordás? Bueno, lo que pasó ese día fue un poco raro. De tu portafolios (en ese entonces no había mochilas) sacaste un grabador de periodista que tenía el tamaño de una caja de zapatos y funcionaba con cuatro pilas medianas rojas. Le enchufaste un micrófono (no se si al grabador lo trajiste vos o Natalia Irurtia) y empezaste a grabar una canción que decía más o menos así "Por el pan de cada día por el queso de mi tíiiia Aaaaaleluya la vida......Por el sol que me ilumina por el pibe de la esquiiiiinaaaa Aaaaaaleluya la vida..." y se repetía hasta el infinito. Al otro día Mauri Martín sumó algunas estrofas a la canción: "Por el puente de la ruta por el burro que conmutaaaaa....Por el sapo en la ensalada por la sangre coaguladaaaaa....Aaaaaaleluyaaaa la vida..." y algunas más que no recuerdo.
                         Lo que me quedó claro ese mediodía que te ví cantando, fue que no eras una mina "normal" a pesar de ir a ese tipo de escuelas. Me quedó claro que ese era tu camino, el del delirio, el de inventar cosas locas y no darle pelota a lo que sucedía alrededor. Que el desparpajo era tu tercer nombre.
                         Veinte años después empezaste a sonar  en los circuitos under y mas tarde llegaste a la tele en Verdad Consecuencia, un ciclo que seguía todas las noches de mi juventud. Mas tarde vino el cine y todo lo demás que sale en las revistas. Incluso te casaste con el chabón lider de la banda que más me atravesó en mis años locos. 
                          Eso era nomás, recordar esa visión y esa imágen de una piba flaca, con ojos pequeños y chispeantes que le perdió la vergüenza al ridículo en un colectivito escolar por los años 70. Cuando todo era caos y muerte, una artista estaba naciendo, y yo fui testigo.
                          Un abrazo.


Toti.