martes, 29 de septiembre de 2015

El Club Urquiza - Aplastando ilusiones

Por los años '80, el Club Urquiza reunía los talentos del barrio y en un improvisado escenario cada cual desplegaba sus virtudes. Germancito, como lo llamaban la mujer de la mercería y Amanda la del quiosco, era un fanático de Star Wars, mal. Tenía todo el merchandising que se podía conseguir, muñequitos, tarjetas, disfraces, figuritas, todo. Esto se debía a la alta posición económica que ostentaban sus padres, ambos reconocidos médicos de la zona. Sus padres siempre lo alentaron a ser creativo y jugar mucho. La música era una constante en la casa de Germancito, se escuchaba todo tipo de jazz, folk y clásico. El padre tocaba la trompeta y jugando y jugando aprendió a hacer sonar algunas notas. Tanto perseveró que aprendió la Marcha Imperial de la guerra de las galaxias. Su papá lo ayudó con los tempos y para los precoces ocho años, era todo un talento. Los amigos del barrio nos quedábamos las horas escuchando una y otra vez la Marcha Imperial, era sublime y nos dejaba colgados .Le comentamos del club Urquiza y la peña de talentos y con un poco de reserva y muchos peros, los papas de Germancito aceptaron llevarlo para que toque la Marcha Imperial en el Club.
Para ese día, la mamá lo vistió de trajecito y el papá lustró hasta el cansancio la trompeta.
Llegó el glorioso día, todo el barrio estaba presente. Hubo como siempre, mucho focklore y tango, y a Germancito lo dejaron para el final, para que cierre el show. Sus padres temblaban pero Germancito pensaba en la Marcha y ensayaba con los dedos las notas, estaba sereno. Pasaron todos los números y la expectativa crecía  con la noche. Finalmente don Cordero, el maestro de ceremonia, le preguntó al padre de Germancito qué iba a tocar, como pudo le dijo La Marcha Imperial. Don Cordero lo garabateó en un papel y se lo pasó al locutor, quien dijo con el micrófono con reverberancia: "Y ahooooooraaaaa, para finalizaaarr esta velaaaadaaaa, el joven Germancito Trebes Podestaaaaaaaa¨, nos deleitará con su trompetaaaaaaaa.......¡Vamos Germacito con esa marchaa!"
Un silencio precedió al aplauso intenso, la luz lo cegó pero se veía gigante, el peinado a la glostora le daba un brillo especial a la escena. Germancito levantó la trompeta, agilizó los dedos, tomó aire y empezó a tocar impecablemente las cinco primeras notas de la Marcha Imperial. De la nada, el Sapo Cordoba se levantó y continuó a los gritos "Todos unidos triunfaremooooooo....". La mesa de la comisión de bochas coreó "Y como siempre dareeeeeemo,,,". Los del buffet golpendo los cucharones en las sartenes a ritmo agregaron "Un grito de corazón". Demás está decir que el club todo gritó "¡VIVA PERON VIVA PERON!"
Germancito estaba quieto, como una estatua, inmóvil, con la trompeta aún en su boca. La mamá lo bajó de un brazo mientras los miembros del club se paraban en las mesas, golpeaban sus platos y gritaban más fuerte que nunca. Por una puerta lateral, salieron Germancito y sus padres en estado de shock esquivando la turba. Iban a casi treinta metros del club cuando estalló un aplauso increible y mucha euforia. La voz del locutor cerraba la noche diciendo "¡¡¡¡¡Y así, nos deja Germancito Trebes Podestá, este joven talento que le puso un broche de oro a esta noche!!!!! Nos vemos el año que viene si Dios quiere, buenas noches familias."
Después supe que Germancito se mudó a Mendoza, que fue un médico exitoso pero que dudo que se haya presentado otra vez a algún escenario.