En el año 1988 en el seno de una humilde familia, nació Thomas
Willelm. Su padre era un obrero que a duras penas podía ganarse el
sueldo mientras que su madre cosía ropas por monedas. Los años 90 fueron
muy duros para la familia Willelm ya que al quedarse sin trabajo,
Abraham Willelm se mudó con toda su familia al desierto de Mojave.
Thomás jamás escuchó música en su vida. Además de sus padres, el único
sonido que recibía era el de la maquinaria pesada del taller que Abraham
y otros desempleados montaron para costearse un dinero. En el la vieja
casa donde fueron a parar los Willelm, Thomas encontró una vieja
grabadora de carrete abierto de velocidad variable. Se entretuvo de ahí
en más, grabando los infernales sonidos que producían las máquinas, para
luego reproducirlos una y otra vez agregándole palmas o gritos
desaforados. Tal actitud empezó a preocuparle a los padres, quienes
decidieron anotarlo prematuramente en la escuela estatal. Allí se
fascinó con las clases de música y ahora a sus grabaciones les agregaba
sonidos que obtenía de cuerdas tensadas o de botellas llenas con agua de
distinta medida. Los padres comentaron esta extraña pasión con los
maestros y ellos le auguraron un futuro promisorio ya que tenía un oido
musical privilegiado. También les sugirieron comprar un instrumento,
pero la carencia de dinero hacía esta empresa casi imposible. Thomas
había conocido en la escuela a Sonny Moore, un extraño muchacho que
corría con una suerte distinta a la de Thomas, odiaba la música y sus
padres le habían comprado un sinnúmero de instrumentos. Sonny soñaba con
ser locutor de radio de rock, o poner música en alguna discoteca, pero
jamás quiso tocar en forma clásica ningún instrumento. Su carácter
retraído lo hacía victima frecuente del bullying y Thomas lo había
salvado en varias oportunidades de las golpizas de sus compañeros.
Una
mañana, a los padres de Sonny los trasladaron por trabajo a Los
Angeles, y en la mañana de la despedida, Abraham ofreció comprarle una
de los teclados al padre de Sonny, solo que no contaba con dinero
suficiente para ello y sabía que el tiempo era poco para decidir hacer
algo al respecto. El padre de Sonny no le quiso cobrar nada, ya que sus
hijos eran muy amigos y le obsequió el teclado. Las lágrimas de Abraham
fueron suficiente paga por el instrumento.
La mañana de la
partida, Thomas corrió al lado del tren que iba a partir hacia Los
Angeles con un extraño paquete. Subió al vagón esquivando al guardia y
alcanzó a su amigo Sonny por última vez. Le entregó el paquete y le dijo
que iba a servir para grabar sus programas de radio y escucharse
cuantas veces quiera. Thomas le estaba regalando la vieja grabadora.
Solo le advirtió que tenía unas grabaciones horribles de unas máquinas y
que de alguna manera era música o algo así. Que ni bien llegue a
destino que las borre así tenía más cinta para ensayar. Sonny agradeció
el regalo y nunca más volvió a saber de Thomas.
La vieja grabadora permaneció guardada diez largos años como un recuerdo de su amigo Thomas.
Cierto
día, buscando ideas para componer música, Sonny encontró el viejo
paquete y lo limpió para empezar a grabar sus borradores. Vio que el
carrete estaba casi al final del recorrido y recordó la sugerencia de su
amigo de borrar el contenido. Puso el botón a rebobinar y prendió un
porro. Mientras fumaba tranquilo, la cinta llegó al principio. Buscó su
guitarra y quiso poner a grabar algunas notas mentales que según sus
amigos, drogado componía mejor. Dado el estado en el que se encontraba ,
en lugar de pulsar la tecla de grabación, pulsó la de reproducir, y el
viejo artefacto comenzó a emitir sonidos infernales que llevaron a mente
de Sonny a un Nirvana absoluto. Esta era la idea que estaba buscando.
Sonidos del infierno con ritmos decrecientes que sacaban de quicios al
más paciente.
Sonny Moore, no recordaba el nombre de su amigo de
la infancia. Nunca pudo hacerlo. Pero en su honor tomó para sí el
pseudónimo que marcaría para siempre su carrera. La vieja grabadora
marca Skrillex era su única y definitiva conexión entre el pasado y el
futuro de Sonny Moore.