sábado, 6 de septiembre de 2014

Día 59 - Cuatro Nueve Uno

Por el año 1987, estábamos terminando la secundaria y nos hacían falta unas divisas para costearnos los vicios, que por aquel entonces constaba de cervezas baratas y maní con cáscara. Buscamos trabajos que no parecieran trabajos, es decir, algo que nos de dinero pero sin hacer mucho por la causa. En aquellos días , eramos muy chicos para entrar a la política que la veíamos como cosa de grandes.
Una mañana, se nos iluminó la cara cuando vimos en el diario un aviso de un laboratorio prestigioso (el que fabricaba el asqueroso bisolvon compositum) que necesitaba voluntarios para pruebas de laboratorio. Allá fuimos con El Ancho Lopez y Faito a ofrecernos.
Nos dieron unas planillas para completar en las cuales falseamos los documentos y la edad ya que teníamos que ser mayores de 18, y al resto de las hojas ni las leímos. La mayoría empezaban con la frase "La firma, xxx de tal, no se responsabiliza de los...."
Completada la documentación , nos dieron una bolsa de papel madera con un numero, a cada uno le correspondía una bolsa y debíamos poner todo los elementos metálicos que teníamos y los cordones de las zapatillas. Una vez completado este ritual, nos llevaron tres personas de guardapolvos en silencio hasta una habitacion que tenía el número 491. Entramos y nos dieron a beber algo parecido a un jugo de pomelo con una pastilla roja. Los  médicos nos dijeron que esperemos y salieron de la habitacion. Empezamos a sentir calor y buscamos una ventana o un ventilador pero descubrimos que el resto de la habitación no daba a ningún lado, no había ventanas ni ventilación, la alfombra era exageradamente gruesa y las paredes estaban forradas con algo blando. No empezamos a mirar y a abanicar con las manos. Una energía empezó a fluir en nuestras venas, empecé a pensar que si corría lo suficientemente rápido, podría correr por la pared de la habitación y empecé a intentarlo una y otra vez. El ancho empezó a sacarse la ropa y a saltar tratando de tocar el techo con las manos y Faito desde el piso, nos miraba y se reía, como nunca antes lo había visto reirse. El ritmo fue increscendo, las carreras, las risas y los saltos.
No me acuerdo cuanto corrí hasta caerme desmayado a la peluda alfombra. Lo único que me acuerdo es el horrible dolor de cabeza que teníamos cuando despertamos en la sala de espera de un hospital. Cada uno tenía en la falda la bolsita de papel madera  con los cordones, el cinturón, y algun buen dinero. Nos Levantamos para salir a la calle después de ponernos los cordones y una enfermera nos detuvo. Nos hizo que la acompañemos a la oficina del director del hospital, y cuando llegamos allí nos esperaban tres hombres de traje y un policía. Nos preguntaron cosas que no nos acordabamos como direcciones, nombres y fechas. Contamos lo que recordó cada uno, mostramos el dinero y nuestras pocas pertenencias. Luego de mirarse entre ellos, uno de los hombres de traje hizo salir al resto de los adultos y se quedó solo con nosotros. Nos explicó serio que nos podíamos haber muerto. La palabra muerte era muy lejana para nosotros hasta ese momento. Nos contó de un laboratorio que está experimentando con drogas de diseño para jovenes, se hacían pasar por prestigiosos laboratorios conocidos para brindar confianza y por lo general reclutaban indigentes y pendejos pelotudos, segun las propias palabras del hombre de traje. Nos contó que nos encontraron en una plaza gracias a un llamado anónimo, que nos hicieron en el hospital pruebas para ver si no nos habían cosechado los riñones o algo por el estilo. Al no tener documentos encima se hizo imposible ubicar a nuestros padres o amigos. La droga que estaban experimentando (el dato del número de la habitación  los iluminó) se llamaba justamente 491 y su nombre tiene connotaciones bíblicas. Nos contó el hombre de traje que cuando un católico tiene que perdonar, lo tiene que hacer 70 veces 7, y el número 491 vendría a ser el dia después del último perdón.
Nos liberaron y nos dieron mucho líquido, y preguntamos, por preguntar algo, que hora era. "Son las 14:30 y el dia es sábado 29 de octubre. Están en el hospital de Baradero". Bomba, la noticia nos estalló en la cabeza. Estábamos a 78 km de casa exactamente una semana después de habernos desmayado. El dinero de la bolsa, alcanzaba justo para el pasaje de colectivo.
Esa es la semana en blanco de mi vida,
Cuando quisimos buscar las oficinas del laboratorio, más que nada para reclamar nuestro dinero, no encontramos a nadie, ahora funcionaba una seguradora.
Hace unos días pasé por la vieja oficina, actualmente funciona la Optica de la Mutual General Savio.