martes, 23 de diciembre de 2014

Día 16 - ¡Wow! ¿Really?


Pequeña historia de avión

Volviendo a Buenos Aires, me toca compartir el asiento con Vika, una mujer belga que aparenta 50 años bien llevados. La charla comenzó cuando una singular angustia atacó por sorpresa a la vecina de asiento al otro lado de Vika, una chica que aparentaba 17 años y su padre la empezó a consolar en un idioma que por momentos me sonaba a un italiano destruido por el cansancio. Vika levantó sus cejas y le intenté decir que no es fácil viajar tantas horas. Empezamos a preguntarnos al mejor estilo Tarzan y Jane, qué era de la vida de cada uno. Me contó dos o tres veces que tenía cuatro hijos , la mayoría de ellos profesionales. Ella trabajaba en Bélgica asistiendo técnicamente a Siemens Corporation, en un cargo que según entendí era alto. Venía a Argentina a Usuahia y desde allí emprender un viaje por el sur, que es por donde empieza la mayoría de los europeos, que es como visitar la casa de un vecino. La idea que tenía era subir hasta El Calafate y seguir por la ruta de los siete lagos, un paisaje fantásticamente parecido a donde vive Vika. Le conté que la situación en Argentina no era la mejor, que la gente tiene bastante resentimientos, pero que en la zona donde se iba a mover ella, no iba a tener mayores dificultades ya que el turista extranjero goza de inmunidad diplomática (ojo, extranjero con euros y ojos azules). Cada cosa que le decía me decía “¡Wow!¿Really?” y empecé a sospechar que no me estaba haciendo entender muy bien y me decía “si, si, si” como a los locos para sacárselos de encima. Detuve prudentemente mi charla para escarbar en mi cabeza alguna palabra más de mi limitado inglés ya que con las trece que venía enhebrando se me acababan las combinaciones. Vi que estaba leyendo un libro enorme y le manifesté mi asombro. Siguió obviamente con los “¡Wow!¿Really?” y empecé a sospechar que Vika no entendía un carajo de lo que yo le decía. De pronto veo en la tapa el nombre Vika seguido de un apellido que abundaba en consonantes duras. Armé una pregunta que me terminaría de hundir “¿This is you?” le asesté por la frente, y me dijo “¡Yes!¡It's me!”. A lo que yo le contesté “¡Wow!¿Really?”. Frunció el ceño más con desconcierto que con enojo y siguió concentrada en la lectura. Así que saque la compu portable y me puse a escribir esta historia. Cada tanto miro a Vika para ver si está leyendo su libro y no puedo evitar preguntarme ¿Para que mierdas alguien lee su propio libro con tanto entusiasmo y concentración. También sospecho que no se trataba se su libro, sino de alguien llamado igual pero de distinto apellido. Mi limitado inglés no me permite avanzar más que el “¡Wow!¿Really?” que me juré nunca más pronunciar en voz alta mientras viva. El efecto es parecido a decir “Candyman” cinco veces frente a un espejo.
Me voy a ver una película, mejor, aunque el abanico de opciones se limita a Las tortugas ninja, los guardianes de la galaxia y corre por tu vida, todas habladas en un español muy similar al que utilizamos para imitar a los gallegos en los chistes.
Debí estudiar inglés cuando pude.
“¡Wow!¿Really?” me dice la voz de la conciencia .