Hace unos años,
unos becarios de la escuela secundaria técnica del barrio, trajeron
una App que se llamaba Shazam. Básicamente consistía en “escuchar”
una melodía , una canción y comparar un par de compases con una
inmensa base de datos y descifrar el título de la canción , su
intérprete y una captura de la tapa del disco donde fue publicada.
Uno de los becarios comentó que estaba trabajando duro en una
aplicación para celulares que iba a identificar a los dueños de los
flatos de acuerdo al ruido que emitían. Para ello ya había
conseguido emular el algoritmo de búsqueda de Shazam , pero lo más
complicado radicaba en la confección de la base de datos. No solo
tenía que grabar los flatos e identificarlos, sino que también
debía barajar las alternativas entre flatos cortos, largos, secos o
húmedos. Era un trabajo desagradable y más allá de lo divertido
del proyecto, era inexacto y poco serio. Uno de los padres de los
becarios les dijo “si hicieran algo de eso para detectar a través
de los ruidos que hace el auto, cual es la falla y qué hay que
cambiarle, serían millonarios”. Fue como una iluminación en la
noche. Ese era el dato que les faltaba. Ya tenían el algoritmo de
comparación, y para la confección de la base de datos, los becarios
recorrieron infinidad de talleres buscando apoyo económico y sobre
todo que los dejen grabar los motores de los distintos autos y lo más
arriesgado, generarle fallas conocidas para lograr el cierre del
proyecto. Con la ayuda de varios mecánicos y después de mucho
tiempo de ensayo y trabajo, lograron detectar una bujía empastada en
un Audi A3 del 2012 , un platino jodido en un Renault 12 Break 1978,
y un carburador sucio en un Fiat Duna Weekend 1993.
El proyecto estaba
listo para ser presentado en sociedad. Se iba a llamar Carl Shazam,
un poco por el origen de la app y otro poco como una broma u homenaje
al astrónomo estadounidense Carl Sagan.
Para presentarlo,
pidieron el salón azul de la Universidad Tecnológica Nacional y
pusieron a punto la aplicación que iba a ser presentada en pantalla
gigante y transmitida por Skype y via web en la página de la
Universidad.
Subieron hasta el
tercer piso un Volskwagen Gol y pidieron que venga un grupo de
mecánicos de la zona a poner a prueba el proyecto. Los becarios,
luego de explicar lo complejo de la aplicación, pasaron al plato
fuerte, la demostración en vivo. Pidieron a un mecánico de la sala
que suba y provoque una falla en el auto exhibido, así cerrarían la
demostración con un ejemplo práctico.
Del público, un
pequeño hombre mal entrazado, subió al escenario. Pascual dijo
llamarse, y se acercó al auto. Pidió que no lo miren hacerle la
falla para que no truchen la aplicación, los becarios se rieron y
apagaron la cámara que lo estaba filmando a Pascual. El mecánico
vio que algunas cosas del motor no estaban del todo bien y las
corrigió de acuerdo a su criterio, también aflojó una correa y
puso unas tuercas y arandelas en el motor por donde se lubrica con
aceite. Esto debería provocar un montón de confusas señales pensó
Pascual y se puso en un rincón mirando sobrador.
Uno de los
becarios entró al auto y le dio arranque. El ruido fue insoportable
y parecía que el auto se estaba por desarmar, el público pidió
parar la prueba pero la aplicación estaba explorando el origen de la
falla. No podían detener las pruebas a esa altura, todos estaba
expectantes de la pantalla de la aplicación. El relojito giraba
hasta que se detuvo. La pantalla exhibía un mensaje que decía
“detectando falla 30%”. El avance de la detección era lento y la
cara de Pascual parecía desarmarse puesto que podría quedar al
descubierto la mano sucia del mecánico. Cuando la detección iba por
el 85% los rostros estaban congelados mirando la pantalla gigante, la
web de la Universidad era trending topic hasta que la aplicación
indicó “Falla detectada – coincidencia 100%”
Pascual desapareció
aprovechando la expectante mirada a la pantalla.
La aplicación
indicó:
Falla: Kioto
Modelo: Bangarang
Año: 2011
Marca: SKRYLLEX
Los becarios
apagaron todo y se fueron corriendo….
Nunca más se supo
de ellos.