miércoles, 31 de agosto de 2016

Amistad


Cuando se despertó después de noche de borrachera, se encontró esposado al cadáver de su mejor amigo. Ambos estaban unidos por sus manos derechas. La primer reacción que le permitió su cuerpo, fue un continuo vómito y la sensación de querer despertar de una pesadilla que no fue. Vanos fueron los esfuerzos por desprenderse de su compañero de resacas. La cabeza le latía y el dolor lo hacía maniobrar torpe e inconsistente. Cuando pudo juntar un poco de fuerza, logró cargar a su amigo sobre su espalda y trató de salir del lejano lugar donde se encontraban ambos. Las habitaciones se sucedían y las ventanas se encontraban trabadas por fuera. Ni un ruido ni un indicio que lo pudiera orientar o al menos confundirlo en una forma más conocida. Vagó horas por la casa, gritó todo lo que pudo, golpeó cuanta ventana se cruzó y derribó con la poca fuerza que le quedaba cada puerta que lo alejaba de la salida. Sus piernas comenzaron a temblar y cada paso le costaba una blasfemia. El escaso aire apenas lo mantuvo con vida durante seis o siete horas de tremendos esfuerzos inútiles. Cayó pesadamente al piso y un bulto se le hizo familiar en la cintura. Con dificultad y luchando contra la rigidez cadavérica de su amigo, logró sacar el revolver que contenía una sola bala. Ausente de soluciones y abatido en su lucha, llevó el revólver a la sien y se reventó la cabeza con un sordo grito que retumbó en toda la casa.
Yacían ambos cuerpos en el piso cuando el supuesto cadáver comenzó a moverse pesadamente. Se levantó con el cuerpo acalambrado y miró a su amigo largamente.
Buscó en sus bolsillos y sacó tres llaves. Con la más chica, abrió las esposas y se liberó de su carga.
Se masajeó la muñeca entumecida y se dirigió a la puerta más cercana. Con la llave más grande abrió la primer puerta que encontró y un resplandor iluminó la habitación. Salió y cerró la puerta con llave mientras que tiraba a una alcantarilla la tercer llave.
El cuerpo aún con vida del suicida, vio toda la situación mientras un hondo sopor le alivió todos los dolores y las culpas.