Por los años '80,Juan
y Rubén trabajaban juntos en una conocida aceitera de la ciudad de
Rosario. Juan era viajante vendedor y Rubén hacía las veces de
supervisor. En esta oportunidad, le había tocado a Rubén viajar en
avión hasta capital federal para cerrar un negocio. Ante la ausencia
de taxis o remises, Juan debía ir a buscar a Ruben al aeropuerto
según había arreglado el jefe de ambos. Previsor e impaciente, Juan
llegó al aeropuerto una hora antes del arribo del avión que traía
a Rubén. Para soportar la espera , se compró un diario que leyó de
mala gana. Rubén, en cada viaje se aprovechaba de las regalías de
la empresa y se llevaba del hotel todo lo que consideraba un souvenir
(ceniceros, toallas, cucharitas, etc). Esa sola actitud de rata de
Ruben, hacía que a Juan la presión le subiera al cielo. Cuando bajó
del avión, Rubén se pavoneaba con sus bolsas de ropa de marca que
aprovechó a comprar durante el fin de temporada y haciendo alarde de
los buenos precios que obtuvo, del negocio que cerró no dijo una
palabra.
Ambos se dirigieron al
estacionamiento, Rubén orondo y Juan parco y apurando el paso.
Los dos subieron al
renault 11 con sus prolijos trajes y corbatas. Se dirigian desde
Fisherton hacia Rosario por la ruta...cuando fuero interceptados por
un auto que les cerró el paso indicandoles que se orillen. Al
detener la marcha un hombre se les acercó y exhibiendo una
credencial de la división Toxicos de la provincia de santa fe, les
ordenó parar el motor. Juan , desconfiando, le pidió que le muestre
mejor la credencial y como unica respuesta obtuvo el caño de un
revolver apuntándole.
“Correte” le dijo
el tipo “ponete en el medio” y de la nada otro sujeto entró al
auto por el lado del acompañanta. “¡Vos ponete atrás y no
hablés!”le dijo el nuevo malviviente a Rubén mientras un tercer
hombre subió atrás. Comenzaron a circular por la desierta ruta
hacia Rosario, mientras que ataban con cinta de embalar las manos de
ambos empleados y les colocaban unos lentes oscuros que tenían unas
semiesferas del lado de adentro bligando a mantener los ojos cerrados
a los secuestrados. Luego de unos minutos de marcha, Juan comenzó a
presentarse procurando que los secuestradores entiendan que se
trataba de un error. Empezó diciendo su nombre y apellido, donde
trabajaba y que él solo iba a buscar a su compañero. Nada logró.
Los secuestradores no decían nada. Rubén solo murmuraba por lo bajo
“tengo hijos, tengo hijos”. Juan se dio vuelta y le gritó “Yo
tambien tengo hijos , la puta que te pario!”. El secuestrador de la
derecha de Juan le gritó que se calme, y le apoyó el caño del
revolver en las costillas. Tensos los cinco siguieron la travesía.
Como pudo Juan alcanzó a ver con el rabillo del ojo que iban hacia
la Aceitera donde trabajaban con Ruben. “Es una joda” pensó.
Cuando vio que pasaban de largo y seguían campo adentro volvió a
ponerse nervioso. Ruben lloraba mal. Finalmente pararon y dos de los
secuestradores revisaron el auto minuciosamente, recoveco por
recoveco. El que manejó durante la travesia, se quedó en el auto
con los empleados. Juan resopló feo .”¿Algun problema? En un rato
terminamos” le dijo el secuestrador. “Nada” dijo Juan “parece
que estoy meado por los perros. Hoy ustedes me secuestran por error,
el otro día, me entraron en casa y me robaron todo”. “Eso es
bravo!” le dijo el malviviente. Finalmente los tres hombres se
reunieron atrás del auto, hablaron entre ellos, y el conductor se
acercó al auto, le abrió el capot y sacó una pieza del
distribuidor y la tiró lejos.
Ruben lloraba y se
orinó encima. Juan se soltó mordiendo las cintas y cortándolas.
Luego soltó a Rubén y le dijo “¿Vos sos estúpido o te
haces?¿que hiciste?¿en que te metiste ahora?”.Nada. Rubén nunca
dijo nada. Sólo lamentó que le afanaron la ropa de fin de temporada
barata que había comprado.