miércoles, 27 de agosto de 2014

Dia 61 - ¿Un secuestro?


Por los años '80,Juan y Rubén trabajaban juntos en una conocida aceitera de la ciudad de Rosario. Juan era viajante vendedor y Rubén hacía las veces de supervisor. En esta oportunidad, le había tocado a Rubén viajar en avión hasta capital federal para cerrar un negocio. Ante la ausencia de taxis o remises, Juan debía ir a buscar a Ruben al aeropuerto según había arreglado el jefe de ambos. Previsor e impaciente, Juan llegó al aeropuerto una hora antes del arribo del avión que traía a Rubén. Para soportar la espera , se compró un diario que leyó de mala gana. Rubén, en cada viaje se aprovechaba de las regalías de la empresa y se llevaba del hotel todo lo que consideraba un souvenir (ceniceros, toallas, cucharitas, etc). Esa sola actitud de rata de Ruben, hacía que a Juan la presión le subiera al cielo. Cuando bajó del avión, Rubén se pavoneaba con sus bolsas de ropa de marca que aprovechó a comprar durante el fin de temporada y haciendo alarde de los buenos precios que obtuvo, del negocio que cerró no dijo una palabra.
Ambos se dirigieron al estacionamiento, Rubén orondo y Juan parco y apurando el paso.
Los dos subieron al renault 11 con sus prolijos trajes y corbatas. Se dirigian desde Fisherton hacia Rosario por la ruta...cuando fuero interceptados por un auto que les cerró el paso indicandoles que se orillen. Al detener la marcha un hombre se les acercó y exhibiendo una credencial de la división Toxicos de la provincia de santa fe, les ordenó parar el motor. Juan , desconfiando, le pidió que le muestre mejor la credencial y como unica respuesta obtuvo el caño de un revolver apuntándole.
“Correte” le dijo el tipo “ponete en el medio” y de la nada otro sujeto entró al auto por el lado del acompañanta. “¡Vos ponete atrás y no hablés!”le dijo el nuevo malviviente a Rubén mientras un tercer hombre subió atrás. Comenzaron a circular por la desierta ruta hacia Rosario, mientras que ataban con cinta de embalar las manos de ambos empleados y les colocaban unos lentes oscuros que tenían unas semiesferas del lado de adentro bligando a mantener los ojos cerrados a los secuestrados. Luego de unos minutos de marcha, Juan comenzó a presentarse procurando que los secuestradores entiendan que se trataba de un error. Empezó diciendo su nombre y apellido, donde trabajaba y que él solo iba a buscar a su compañero. Nada logró. Los secuestradores no decían nada. Rubén solo murmuraba por lo bajo “tengo hijos, tengo hijos”. Juan se dio vuelta y le gritó “Yo tambien tengo hijos , la puta que te pario!”. El secuestrador de la derecha de Juan le gritó que se calme, y le apoyó el caño del revolver en las costillas. Tensos los cinco siguieron la travesía. Como pudo Juan alcanzó a ver con el rabillo del ojo que iban hacia la Aceitera donde trabajaban con Ruben. “Es una joda” pensó. Cuando vio que pasaban de largo y seguían campo adentro volvió a ponerse nervioso. Ruben lloraba mal. Finalmente pararon y dos de los secuestradores revisaron el auto minuciosamente, recoveco por recoveco. El que manejó durante la travesia, se quedó en el auto con los empleados. Juan resopló feo .”¿Algun problema? En un rato terminamos” le dijo el secuestrador. “Nada” dijo Juan “parece que estoy meado por los perros. Hoy ustedes me secuestran por error, el otro día, me entraron en casa y me robaron todo”. “Eso es bravo!” le dijo el malviviente. Finalmente los tres hombres se reunieron atrás del auto, hablaron entre ellos, y el conductor se acercó al auto, le abrió el capot y sacó una pieza del distribuidor y la tiró lejos.
Ruben lloraba y se orinó encima. Juan se soltó mordiendo las cintas y cortándolas. Luego soltó a Rubén y le dijo “¿Vos sos estúpido o te haces?¿que hiciste?¿en que te metiste ahora?”.Nada. Rubén nunca dijo nada. Sólo lamentó que le afanaron la ropa de fin de temporada barata que había comprado.