sábado, 9 de agosto de 2014

Día 74 - Empecé a ir al psícologo

Una tarde, cansado de una ex mientras no  era mi ex aún, decidí pedir ayuda profesional. Alejandra, mi ex, tenía una vida social que chocaba con mi antisocial idiosincracia. La mina insistía con ir a boliches que yo detestaba, mirar películas de horrible contenido y musica estridente y juntarse con gente que me daba menos que asco. ¿Por qué no cortaba con ella? Porque simplemente no podía, me asustaba la idea de estar solo o estar rotulado como "el tipo que fue dejado por...". Llegué a bancarme hasta las infidelidades y aún más, fingí creer todas las mentiras que surgían a modo de envoltorio de ese caramelo con gusto a mierda que se llamaba "pareja estable". La mamá de Alejandra era psicóloga, y justamente a ella le pedí ayuda. Lo inmediato y lógico fue preguntarme qué me pasaba para poder derivarme con un profesional indicado. Le dije que tenía problemas con la droga y quería dejar definitivamente, porque era mas digno ser un drogadicto irrecuperable que un cornudo consciente. Me abrazó como a los hijos idiotas que aprenden a abrocharse los botones y creo que la ví emocionarse. Me agarró de los antebrazos (juro que pensé que iba a revisar si tenía pinchazos de agujas) y me dijo "Es muy valiente eso que vos vas a hacer. ¿sabés?" . La miré como se miran a las madres antes de decirle que metiste la gamba feo en algo irreversible pero no dije nada...Me dio una tarjeta de un tal Mosconi. Ya el nombre me sonó fulero pero el tipo, según me dijeron , te salvaba de cualquier trauma. Así fue que llamé y arreglé una cita. La idea era contarle a alguien lo harto que me tenía Alejandra en voz alta, aunque no pudiera hacer nada más que eso.Para ello me armé un discurso inteligente, irrefutable para  que el profesional me dijera "tiene razón, yo en su lugar haría lo mismo" y convertirme en el primer tipo de la historia que en la primer sesión, le demostraría a un hijo de Freud que su ciencia no servía para nada. Llegué sacando pecho al consultorio, y previo pago de los honorarios pasé a la sala. Para mi sorpresa no había un diván sino dos sillones y una mesita ratona. Mosconi se adelantó y emitió un grave "Que tal. Mosconi. Tomá asiento por favor" . Los pelos de la nuca se me erizaron, pero nada me desviaría de mi meta. Mosconi, parecía mas que un psicologo al doctor Picafeces, el personaje de la historieta de Alfredo Grondona White. Esperaba ansioso la frase "¿Que le pasa?" para empezar mi discurso. En lugar de eso, Mosconi arremetió amable "¿Como te llamás?". Me presenté breve y tomé aire nuevamente. "¿Cómo se llamaban tus padres?" siguió Mosconi. Sin dudas era un hombre hábil y preparado para la lucha verbal. Agotada su predecible ofensiva, emití un sonoro carraspeo en señal de aviso para mi único y certero golpe. "¿Que te gusta hacer habitualmente?" asestó artero Mosconi. Contesté rápido y las cuerdas me arrinconaban en este desigual combate, el profesional preparado me tenía cercado. Impecable era su discursiva y cuando vi la oportunidad encaré en voz grave "Mosconi, lo que yo quiero decirle...". "Bueno, ya se terminó la sesión. Nos vemos la semana que viene a la misma hora. ¿Qué te parece?" . Con el dedo en alto, la boca abierta y la mano libre apoyada en el respaldo del sillón dije sin dudar "Bueno , está bien."
Me acompañó a la salida y me estrechó la mano, digno de un contrincante al que le costó mucho este afortunado triunfo. Me retiré con la frente en alto, como sólo los grandes lo hacen, para retornar al entrenamiento duro y regresar nuevamente en siete días.
Nos volveremos a ver Mosconi, aunque sea lo último que haga, usted me va a escuchar, me repetía a modo de mantra mientras me subía al 123 y pedía boleto de estudiante.


Algo así era Mosconi

 

Día 75 - La otra historia

Por los años '90, hubo una serie en la televisión argentina llamada "Detectives de señoras" . Básicamente se trataba de dos jóvenes que habían fracasado en sus trabajos y relaciones de pareja. En vista que habían quedados desempleados, decidieron poner una agencia de detectives y dado la facha de uno de ellos y la lógica deductiva de otro, lograban un singular éxito resolviendo casos a mujeres atractivas que la mayor parte de las veces , les retribuían la atención con sexo. Esta ficción estaba protagonizada por Fernando Lupiz y César Pierry. Nuestro objeto de análisis va a ser este último protagonista. Una historia oscura, que nunca fue revelada, fue el gran desacuerdo económico que tenían los actores con un productor de la tira que amenazaba levantarla si no paraban de pedir aumento. Fernando Lupiz , de holgada posición económica no llevó adelante ninguna acción al respecto, pero César era más temperamental. Una noche del año '92, en vísperas de renovar contrato y dado lo exitoso del primer año, César discutió muy feo con el citado y anónimo productor quien terminó por darle una trompada a Pierry con la mala fortuna , que en la caída se golpeó la cabeza y quedó en coma. Todos estaban al tanto de los desacuerdos y roces entre ellos, y si César no salía vivo de ésta, las sospechas recaerían sobre el productor. La jugada torpe, fue llamar a parte del equipo técnico de "detectives de señoras" y trazar un morboso plan. Tomarían un cuerpo de la morgue que se pareciese a César y tramarían un accidente menor que derivase en una muerte por impericia hospitalaria. Tal plan fue llevado a cabo con éxito mientras que el auténtico César era internado en una clínica privada donde se le borraría poco a poco la memoria con un tratamiento experimental a base de rayos. La historia oficial, data la muerte de César Pierry, un estudiante de abogacía sin familia ni antecedentes.
Lo que nadie tuvo en cuenta, fue la inesperada recuperación de César, quien se liberó de su coma y escapó de la clínica para ir a su casa. Grande fue la sorpresa cuando se encontró que otra gente la habitaba. Vagando por Buenos aires, leyó en un titular de diario su supuesta muerte. Armado de mucho coraje y un rencor que le vino de repente, comenzó a poner en  marcha su venganza. Localizó al productor, y una noche aprovechando la borrachera que este tenía, lo siguió a su casa y lo asesinó a cuchilladas.
César se había convertido en alguien que siempre detestó ser, y pensó en entregarse a la policía. Nada lograría con esto ya que para todos él estaba muerto y entonces pasó. Se le ocurrió empezar de nuevo, desde cero. Tomó el cuerpo del productor y lo llevó lejos, donde nadie lo encontraría jamás. Luego alteró hábilmente los documentos de identidad sustituyendo fotos y firmas para tomar su lugar. Vendió la casa donde éste vivía y se mudó al centro. Terminó de estudiar abogacía y empezó a trabajar con un bajo perfil hasta que fue descubierto por Mario Pergolini quien le ofreció trabajar en su programa C.Q.C.
Del verdadero Daniel Malnatti , nunca se supo más.