jueves, 15 de enero de 2015

Día 10 - Anaconda técnica de seguridad.

Cuando los recursos se te agotan, a veces la imaginación te lleva a hacer locuras.
Hace unos años, una conocida cerealera de la zona  se encontraba tomando personal para cubrir vacaciones. El personal de maestranza, técnicos de mantenimiento y administrativos eran los más buscados. Anaconda se acordó de su paso por el industrial de calle Savio y buscó en la casa de su viejo el analítico. Armó junto con Pichuco (otro travesti que se llamaba Anibal Troilo como el bandoneonista) y los mandaron por correo certificado ya que uno de los cajeros les debía favores. Como siempre falsearon los nombres ya que no cuadraban con sus aspectos actuales. Fueron llamados a una entrevista y a un examen psicolaboral. Pichuco fue derivado a la administración ya que hizo la secundaria en la superior de comercio y Anaconda fue a cubrir a la administrativa del taller mecánico que había tomado vacaciones y licencia por maternidad. El trabajo consistía en cargar las horas de los técnicos y gestionar la provisión de repuestos con los proveedores. Como era costumbre, el jefe siempre les daba una recorrida por la planta a los contratados y más sabiendo que se trataba de una mujer, como parecía de lejos Anaconda. Durante el recorrido, Anaconda le señaló un par de situaciones riesgosas a las que estaban expuestos los obreros y la falta de señalización de sendas para delimitar la circulación entre maquinaria y obreros. El jefe quedó asombrado con el poder de observación de Valeria (ese fue el nombre que dio Anaconda) y sugirió que se dedique a recorrer la planta y le confeccione todos los días un informe con el fin de bajar el índice de accidentes ya que era muy alto y generaba muchos puestos vacíos y muchas horas extras para cubrir a los ausentes, si contar el presupuesto en seguros médicos.
Así fue que carpeta en mano, Anaconda recorría la planta y señalizaba lo que veía riesgoso. Generó muchas observaciones de seguridad, promovió charlas y un amigote le diseñó una cartelería muy novedosa. Los resultados no tardaron en hacerse notar. Los accidentes bajaron notablemente y el jefe estaba realmente feliz. Fue una campaña increible y veloz. Pasó el tiempo y el jefe no veía más avances en la gestión Anaconda o valeria como el lo llamaba. Si bien no había accidentes, el trabajo de Anaconda no tenía mayores avances y se terminaba el período de vacaciones. Algo debía hacer para recobrar su prestigio. ¿Pero qué?
Le dio muchas vueltas al asunto y una noche la luz se le hizo: ¡Faltaban accidentes!
Fue temprano al taller y empezó a cambiar la señalización, a aflojar peldaños de escaleras , a cambiar limites de velocidad en las grúas y todo lo que genere accidentes. Fue muy cuidadoso en ese tema, pero lamentablemente había creado en la gente una cultura de la seguridad que resolvieron todo y nadie se accidentó. Es más, el protagonismo recayó en los empleados y les dieron una cena como premio en un lugar céntrico. Más crecía la posibilidad que desafecten a Anaconda de su puesto y en un acto desesperado salió a sabotear maquinaria, alterar planos, esconder matafuegos y tocó fondo cuando empezó a hacerle deliberadamente trabadas y darle patadas a los obreros recordando su época de número 2 del club El Fortín.
El gremio y la jefatura entendieron que Anaconda no estaba bien cuando los trató con voz varonil de "hijos de puta chupapijas". "Moderate Valeria" le dijo el jefe de sección. "¡Vení a moderarme ésta, viejo cara de verga!" gritó Anaconda agarrándose con ambas manos la razón de su apodo. Entre el delegado y siete obreros lograron sujetarlo en medio de un combate desigual, Anaconda los estaba literalmente reventándolos  a golpes. Terminaron todos en la policía donde los oficiales prometieron retener a Anaconda hasta que aprenda. Cuando se retiraron los obreros y el resto del personal jerárquico de la empresa cerealera, Liberaron a Anaconda y se pusieron a tomar mate con él y le preguntaron que pasó.
"Nada, esos malandras no saben apreciar la seguridad. No quieren salir del pozo donde se encuentran y no les importan un carajo la gente. Es así" dijo Anaconda. "Che, loco, ¿te das maña con los fierros? tenemos un par de móviles que si les metés mano te dejamos ir" dijo el oficial a cargo. "Dale. Decime donde está la fosa y ponemelos ahí papi así los vemos. Lo que sí vallame la zona así no lamentamos accidentes. Matafuegos ¿tenés?" . "Vení que te lo enseño", le dijo el oficial a cargo y se lo llevó del brazo a la fosa.
Dicen que al oficial lo trasladaron a Bahía Blanca después de la cirugía y a Anaconda lo dejaron libre con tal que no cuente nada. A cambio negoció una esquina para él y para Pichuco , que lo echaron de la cerealera por afanarse las biromes.