Hace unos años llegó a San Cristóbal el gran Circo Lombardi.
Hay que admitir que el calificativo "gran" le quedaba holgado, pero
para lo que venía por el pueblo no había demasiado para reprochar. La expectativa
era grande, se calculaba que traían leones, tigres y un montón de esbeltas
acróbatas y graciosos payasos. Grande fue la desilusión cuando vieron desfilar
un cúmulo de personajes decadentes por la calle principal. Jacinto, el empleado
de la pompa fúnebre, tenía más chispa que el más gracioso de los tres payasos.
La vieja de la farmacia tenía más gracia y carne que Olga la trapecista que
parecía literalmente un esqueleto forrado con cuero gris. A los animales no
había que aplaudirlos muy fuerte porque corrían el riesgo de morir de un
infarto. El que andaba bien era un domador de aves, que tenía amaestrados unos
pájaros que en los ratos libres salían a alimentarse de lo que encontraban y a
la siesta el domador los mandaba a afanar cositas chicas, aritos, billetes,
dientes de oro, en fin todo lo que le pudiera sacar a un pobre. Pero el número
fuerte era Piguetti, el lanzafuegos que era impresionante la longitud de la
llama que lograba con un buche de querosén cortado con caña Palanca. La noche
de la apertura del circo, se organizó un desfile por la calle central de San
Cristóbal. Lombardi iba adelante vestido con un traje de capitán de barco color
lila tirando tiros de salva al aire, atrás de él venían lo animales. Se
sospechaba que los tiros eran de verdad, porque una vez el león lo mordió en
una nalga y leyendo un artículo de
Pavlov, Lombardi había logrado dominar a las fieras con el ruido de los tiros.
Más atrás venían las acróbatas, saludando en silencio para que no se aviven las
bestias y se las coman. Al final venían los tres payasos con un rastrojero
lookeado como una enorme cucha de perros, y cambiaban una entrada al circo por
un perro o un gatito, que arrojaban a la cucha y adentro el Piguetti los
mataba, los cuereaba prolijamente y los metía en grandes cajas con sal gruesa,
que luego serviría de alimento a los animales y a las trapecistas. Cuando llegó
el cortejo al circo, Lombardi empezó una perorata contando las bondades de unas
botellas de agua con alcanfor y whisky barato con azúcar, que según él tenía
grandes poderes curativos. Luego de la venta del inútil brebaje, y a modo de
broche de oro, sonaban las trompetas de los payasos que anunciaban el plato
fuerte de la inauguración, Piguetti el lanzallamas humano. En la penumbra se
asomó un sombrío personaje portando una antorcha y enfundado en una especie de
sobretodo rojo. Tiró el sobretodo y lucía una ajustada camiseta musculosa con
una llamarada estampada en el pecho. La gente miraba en silencio atenta a lo
que sería el plato fuerte. Medio pueblo estaba en la carpa esa noche. De la
nada Piguetti sacó una botellita plástica y tomó un abundante trago del brebaje
que luego escupió en siete pequeños chorritos que se transformaron en azules
llamaradas de mediano tamaño. La multitud estalló en un aplauso estruendoso.
Tomó otro trago y esta vez logró una llama finita y sostenida en el tiempo que
denominaba como "la meada del diablo". De la nada empezaron a sonar
una especie de tambores creando un gran clima de suspenso. Los payasos,
golpeaban rítmicamente dos tanques de 50 litros con palos de escoba y cuando el
clímax estaba en la cumbre, Piguetti tomó un trago mucho más sustancioso de la
botella y la arrojó vacía a un costado. Hinchó su pecho y roció con todas sus
fuerzas provocando una llama que incendió la carpa. Comenzó un caos sin igual,
la gente corría, se atropellaban y todo terminó en un tremendo desastre. Los
animales huyeron para siempre, muchos niños se extraviaron y Lombardi
desapareció para siempre. La posible explicación del accidente fue que en lugar
de la habitual mezcla de querosén y caña palanca, el adiestrador de aves fue al
almacén de Ramos generales y en lugar de caña palanca consiguió caña piragua,
de mayor graduación alcohólica, y en lugar del habitual y ordinario querosene,
le puso nafta Fangio XXI que le afanó a una moto chopera de un hippie.
Desde ese entonces , Piguetti se gana la vida como promotor
en las fiestas de ron Bacardi.
Del resto del circo nunca se supo más. Se sospecha que
armaron una Mutual de empleados de comercio.