lunes, 16 de junio de 2014

Dia 91 - El fino arte de vengarse

   Ante las adversidades de la vida, la gente tiende a reaccionar de muchas maneras. Las más comunes son el derrumbamiento y la ofuscación, que son dos formas de no ver la realidad y no hacer nada por aceptarla ni por cambiarla, pero que repercuten adentro y dañan feo. También están los valientes que salen adelante y hacen frente y cambian los destinos o mueren en el intento, pero que al fin y al cabo son gente de acción, de inteligencia mas o menos cuestionables pero sin duda alguna que anteponen su creencia a lo que se les presenta y a fuerza de palos o cabeza . Y por último estamos los cagones vengativos, tan golpeados como los derrumbados y ofuscados, pero no tan arriesgados como los valientes. Nos quedamos dolidos pero tramamos en lo oscuro una forma poco arriesgada de compensar el dolor sufrido y quedar secretamente a mano con nuestra conciencia. Es esa especie de mueca entre media sonrisa y suspicacia que se nos dibuja en la cara cuando sucede.La mayor parte de las venganzas queda en el imaginario y nos regocijamos al pedo con lo que pudimos llegar a haber hecho, y también nos pavoneamos en los bajos fondos con lo potencialmente dañinos que somos pero que no haremos nada porque no se nos place. En el fondo nunca haremos nada que nos exponga, esa es nuestra naturaleza cagona. La única venganza que logré consumar fue la que les voy a detallar a continuación...Voy a omitir y distorsionar algunos datos para no herir susceptibilidades, pero la raíz va a quedar intacta. Ahí va.
   Un primo hermano mío me vendió un automóvil lindo, bah sencillamente lindo, salvo por el detalle menor que el motor estaba fundido mal. Se lo reclamé pero hizo oídos sordos, luego atendió mi reclamo y me devolvió una catarata de excusas inverosímiles y por último me dijo que no le reclame más porque me iba a cagar a trompadas, lisa y llanamente. Indignado, volví a casa y y maldije en un ordenado silencio, a mi pariente y a mi auto, por partes iguales. Me propuse que esta vez no iba a salirse con la suya ¿pero como? Pensé mucho...tramé mucho..Me dije, enojarme no iba a resolver nada, tenía que tener la mente fría y ordenada. Así que con el orgullo metido en el culo, un vino y un salame, me fui a su casa. Me atendió de modo seco, me invitó a pasar con poca cortesía. Saludé a su mujer y su hija. Los reuní para pedir disculpas por haber llevado las cosas a ese extremo, fingí. Me parecía, dije, que la familia estaba por encima de cualquier cosa material que hubiese entre nosotros asi que le dejé el salame y el vino sobre la mesa y me dispuse a volver a casa. "Pará" me dijo el negro,"Quedate a picar algo". El primer paso estaba dado, ahora había que seguir.Comimos y hablamos de cualquier cosa que no tuviera que ver con el auto, él sacó un queso de la heladera y tomamos el vino. Casi llegado el final de la botella, pedí por favor ir al baño. Me indicó donde era y allí fui. Entonces pasó. Como una revelación se me aparecieron los tres cepillos de dientes de la familia de mi primo. Me armé de coraje puesto que no disponía de mucho mas tiempo que unos paupérrimos minutos y despojándome de todo escrúpulo, me pasé uno a uno los cepillos de dientes por el culo, luego los enjuagué en el agua del inodoro donde antes había orinado y por último me introduje los cabos en el orto. Los sequé prolijamente con la toalla de manos y me fuí de allí. Saludé a los parientes, y salí a la calle. Mi primo me gritó y el corazón se me paró. Cuando volví a ver que le pasaba me dijo, " Disculpá viejo! a mi me cagaron primero con el auto! pasaselo a otro si podés, yo te ayudo. Es la ley de la vida". "No te calentés, ya me ocupé!" le dije guiñando un ojo. "Que hijo de puta....pasá cuando quieras y me contás! chau". Me di vuelta y seguí sin saludarlo...Nunca más volví a su casa.
   Por las dudas cuando invito a alguien, pongo cuatro cepillos de dientes en desuso en el baño y guardo los buenos en la mesa de luz.