Había nacido
sordomudo.
Su universo estaba
cimentado en imágenes carentes de banda de sonido. Lo más parecido
a un ruido eran las vibraciones que producían unas galletas cuando
las mordía o las aceleraciones de los colectivos cuando pasaban por
su lado.
Nunca escuchó
música alguna, Beethoven, Louis Armstrong y Elvis le eran ajenos y
lejanos, todos ellos gesticulaban algo que nunca iban a emocionarlo
en absoluto.
Le llamaba mucho la
atención cuando la gente en algunos salones unían sus cuerpos y se
movían a algún ritmo, con una cadencia y hasta en una armonía que
nunca iba a entender. Tampoco iba a entender como dos personas que
gesticulaban unas frente a otras, a veces terminaban a los besos y
abrazos y otras veces terminaban agrediéndose o dejando de verse
para siempre.
Otra señal que le
indicaba que era un extranjero en el mundo, consistía en los
esfuerzos inútiles que hacían sus amigos, conocidos, parientes y
anónimos para explicarle el por qué de algunas cuestiones que no
iban a modificar en absoluto su vida.
La vida sin sonidos
no le había desarrollado en particular ninguno de los otros sentidos
en particular, olía y veía como cualquier persona. Su grado de
dispersión era como el de cualquiera, ya que los estímulos visuales
lo llevaban a pensar las distintas posibilidades de combinación o
deformaciones. Esto había disparado su imaginación y le
posibilitaba dibujar surrealismo con gran facilidad.
Vanos eran los
intentos de sus amigos por entenderlo y sobre todo era inútil
intentar preguntar cuestiones sumamente subjetivas en lenguaje de
señas y no sabían como hacer para llegar a su corazón.
Mucho tiempo le
dedicaron al plan y lograron entrenar a un montón de personas en
lenguaje de señas, gente que iba a cruzarse “casualmente” por su
vida durante el día haciéndolo sentir integrado a una sociedad que
lo había excluido durante años. Durante todo un día lo iban a
llevar por sus lugares preferidos y los actores le iban a preguntar y
responder cosas en lenguaje de señas a lo largo de todo el
recorrido. Para documentar la experiencia, pusieron varias cámaras
en lugares estratégicos a modo de cámara oculta.
El día comenzó y
el recorrido le pareció raro, mucha gente le comunicaba preguntas y
le agradecían la ayuda o la información. Se sentía incómodo pero
integrad a una suerte de diálogos casuales. Nadie lo esquivaba ni lo
miraba torcido. Todos se mostraban gentiles y cordiales. El mundo era
un lugar nuevo ese día.
Al final le contaron
el plan y aparecieron todos los cómplices a saludar al sordomudo.
Días después
subieron el video a las redes y el mundo lo coronó de likes y
comentarios, tuvo muchas reproducciones y lo compartieron muchas
personas.
Luego de varias
semanas de ausencia buscaron al sordomudo. Tras varias horas lo
encontraron en su cama muerto de una sobredosis de calmantes.
Nadie entendió que
fue lo que le pasó.
No tenía motivo
alguno para tomar semejante determinación.
No tenía familiares
y fue olvidado al tiempo.
Unos minutos antes
de tomar los calmantes, empapado en un mar de lágrimas y alcohol,
pensaba que toda su vida había sido único, a su manera, el mejor en
lo suyo, y ahora sus amigos le habían demostrado que con un mínimo
de entrenamiento cualquiera podría ser como él…
Pero NUNCA él iba a
ser como ellos.
Y empezó el camino
de regreso.