martes, 26 de julio de 2016

El 5 y 1/2

Una mañana de marzo, un domingo para ser exactos, mi viejo me llevó al tiro federal. Yo tenía 8 años. Me acuerdo porque mi vieja elegía las actividades de la semana, como inglés y catecismo , en tanto que mi viejo los fines de semana me llevaba a ver boxeo los sábados a la noche y al club los domingos a ver fútbol. Ninguna de las cuatro actividades me interesaba mucho. El rato que me quedaba libre veía televisión y dibujaba, todo a la vez.
En ese afán que tienen los padres de entender y saber que quieren los hijos, un día mi viejo me subió al Fiat 600 y me llevó al tiro federal. "A vos te gustan las películas de tiros, así que esto también te va a gustar." sentenció mi viejo y sin mucho Jean Piaget de por medio me llevó. En el lugar había un montón de gente común tirando con rifles, como los de las películas pero sin explosiones, solo un fuerte ruido mecánico. Eran rifles de aire comprimido, me explicó mi viejo, se usan para practicar, no matan ni hacen daño, y me mostró unos balines de plomo del tamaño de una lenteja. Cargó el rifle y le apuntó a un blanquito que estaba a 10 metros. Así hizo un montón de veces mientras que tocaba algo que se llamaba alzadura y formaba parte de la mira. Cuando metió un centro me dio el rifle y me dijo "la mira ya está calibrada, apuntale al blanco, contené la respiración y cuando estés seguro tirá despacio ¿sabés? Ah, y cuando no uses el rifle, apuntalo para arriba, por si sale el tiro."
Pesaba muchísimo el arma, y me pusieron una bolsita de arena para que lo apoye. Hice todo lo que dijo mi viejo, contuve la respiración, apunté, y cuando estaba seguro tiré. No le pegué a nada, el balín levantó tierra por lejos. "Ya va a aprender el pibe Don, téngale paciencia" le decían los otros francotiradores que no paraban de hacer centros. Intenté cinco veces más hasta que uno de los balines, más por piedad que por mi destreza, mordió el blanco en una esquina.
"Va queriendo pibe, va queriendo. Hay que practicar, no queda otra." gritaba un gordo al que todos le decían Talero.
Mi viejo cargó el rifle una vez más, y me lo dio. No perdía las esperanzas de sacarme bueno. Me puse a puntar de nuevo al casi inmaculado blanco cuando un pajarito se posó al lado. Era un gorrión. Nos miró a todos los francotiradores. "¡Bajalo pibe, es tuyo!" gritó Talero mientras se reía con ganas. Más por orgullo que por ganas le apunté al pajarito, y sin pensarlo mucho le tiré. Lo vi girar sobre si mismo y cayó al piso. "¡Viste que lo íbamos a sacar bueno al pibe!" gritó Talero y los demás lo festejaban. La cabeza se me nubló y salté la linea de tiro, alguien creo que fue mi viejo o Talero, gritaron que paren de tirar, llegué adonde estaban los blancos y me puse a buscar el pajarito muerto, revolví entre los yuyos. Solo basura y cardos que a pesar de lastimarme no lograban frenarme en la búsqueda. Un fuerte tirón de la ropa y parte del pelo me alejó del lugar del hecho. Diez metros después mi viejo me gritaba "¡Sos loco o boludo! ¿Qué querés hacer? ¿Que te maten?" pero nada de esto me sacaba de la cabeza la imagen del pajarito girando sobre sí mismo.
Tenía 8 años, lo sé porque esa mañana había ido a misa después de catecismo.
Por un tiempo pensé que era un mensaje de Dios, que había puesto ese pajarito como una prueba, a ver que tan débil podría llegar a ser, pero tiempo después lo único que me queda es que un cobarde con un arma, es un peligro innecesario, que ese pajarito girando sobre si mismo, me enseñó más que todos los años de catecismo, que nunca más pude tocar un arma, y que ese rifle, después que murió mi viejo, quedó perdido en un galpón hasta que lo regalé a un croto que pasaba con un carro tirado a caballo.
"¡Don, es un Maheli 5 y 1/2! ¡Muchas gracias!" me dijo el ciruja antes de perderse de mi vista para siempre.
El ciruja se llevó el 5 y 1/2, la irresponsabilidad de ese momento me sigue hasta estos días.