jueves, 27 de noviembre de 2014

Día 20 - Revisación médica periódica (parte II)

Aliviado al menos en forma temporal, me siento como puedo en una incomoda silla plástica. Ya los primeros rayos de sol auguraban el buen día. Me acomodé como pude y empecé a llenar la planillita que incluía una detallada declaración jurada donde constaba mis antecedentes médicos, operaciones y tambien datos triviales como si tenía hábitos perjudiciales como las drogas o el alcohol o si tenía poluciones nocturnas y detallar cantidad y consistencia. Por las dudas llené todo pero tratando de acercarme a la media, sin sobresalir por nada. En una palabra, la declaración jurada fue una mentira total.
Me encontraba en esta etapa cuando una fuerte descarga hizo retumbar a la horda de zombies. Fue como un trueno en cuatro sílabas semiarticuladas. Luego de tres segundos se repitió la secuencia con volumen en ascenso. Allí se podía adivinar al final de la secuencia un número. Sonaba como un "GGSSSGGREAERRNANNNNGGRREZZZRRREALLLTORRRRCEEEEE" (con mucho esfuerzo de imaginación sonaba como "Fernandez al catorce") Uno de los zombies se paró y se fue tambaleando por la puerta vaiven. Ahí entendí que por el desconchado parlante, alguien te llamaba a algun consultorio identificado con un número y corroboré con la planillita que al final de cuentas se trataba de una hoja de ruta. La bioquímica estaba identificada como consultorio 4. Más o menos con una frecuencia de un llamado cada 2 minutos, los zombies iban circulando en orden totalmente aleatorio. No había correlación entre el trueno del parlante y los apellidos de los pacientes quienes acudían segun se despertaban. Al próximo llamado, gané la puerta vaiven y me mandé al consultorio 2 que estaba identificado como Electrocardiogramas. Cuando abrí la puerta, en la camilla descansaba el médico en semipenumbras, cuando le dije permiso se sobresaltó y cayó al piso. En el camino arrastró el electrocardiógrafo y se escuchó un estruendo. Dos enfermeros entraron con la ropa descamisada, revisaron el lugar y descubrieron al medico en el piso aplastado por el electrocardiógrafo. Uno de los enfermeros se llevó al médico y otro se llevó el electrocardiógrafo. Me quedé solo por un rato, anonadado y sorprendido. Por fin entró la mujer del servicio de limpieza y cuando me vio dio un salto y me apuntó con la escoba "¿Quién mierda es usted y qué hace acá?" me ladró en guaraní...Yo retrocedí y le mostré la planillita, y le dije que estaba en revisación periódica. Bajó la escoba, se persignó y me miró con lástima. Buscó en la basura un electrocardiograma, lo alisó me dijo que lo firme. Mientras lo hacía me sacó la planillita y tachó el casillero numero 2 marcado como Electrocadiograma.Me lo dio junto con un billete de 5 pesos y me señaló con la escoba la salida. Murmuró algo incomprensible como si fuera la oración para curar las quemaduras y hacía cuernitos con los dedos de ambas manos apuntando al piso. Me fui a la sala de espera.
Ya faltaba menos...
continuará.