martes, 24 de junio de 2014

Día 88 - Rascarse el culo (reprise - after faso)


Una noche, después de una fiesta muy alocada, me encontré en el baño de casa como no era de otra manera, rascándome el culo. En medio de esa extraña sensación de éxtasis y mientras trazaba laberintos imaginarios con las líneas que dividían los azulejos de la pared, se me dio por mirar mis manos. En los dedos y parte de las palmas tenía una suerte de polvillo blanquecino comparable a la caspa (disculpe lector la falta de poética, pero comparar cachos microscópicos de culo con blanca nieve o polvo de estrellas me pareció un atentado al buen gusto). Comprendí que en mis manos tenía células muertas de culo, de mi culo. Uhhh ¡fue un flash revelador! Comprendí que si a mi me picaba el culo, o me gustaba rascarlo o peor aún, encontraba una extraña sensación de placer y saciedad al rascarme esas células, allí, justo allí estaría el secreto de la felicidad. Si podía pasar horas rascándome escondido el culo, bien podría mudar esa sensación a cualquier parte del cuerpo y por ejemplo alcanzar orgasmos al rascarme una mano, la cabeza o la espalda (algo de eso hay en la espalda, ciertas zonas dorsales están equipadas con estas características pero su efecto placentero es efímero y esporádico) Así que me propuse esa noche a recolectar cada célula en un recipiente debidamente esterilizado para no contaminar las muestras. Para ello, herví un frasco chiquito de café dolca de cuarto y siempre lo tenía escondido celosamente para que mi experimento este a salvo de ladrones de ideas. También me propuse estudiar biogenética, todo eso mientras me duraba el trance en el que me encontraba. Comencé entonces a juntar pacientemente las muestras. Día a día, hora por hora. Algunas veces era un poco sospechoso andar con un frasco de café entre la ropa llevándolo al baño cada hora. Otra práctica que tuve que dejar , fue la de rascarme el culo mientras me duchaba, ya que perdía gran cantidad de muestras, así que me empecé a bañar en forma mas espaciada. Me inscribí para estudiar biotecnología, pero eran demasiados años de estudio y eso me quitaba tiempo para el trabajo de campo, así que convencí a un amigo mio para que haga la parte de investigación ( obviamente no le revelé mis oscuros propósitos dado que podría llegar a tentarse de hacer todo por su cuenta y alzarse con la gloria) Mi amigo al fin se recibió e hizo investigaciones en el campo de la oncología y se volcó más a salvar gente con cáncer que a la gloria personal, algo que me puso muy orgulloso pero que me cagó en lo más profundo ya que tenía un frasco con más de 30 años de trabajo en mi mesita de luz. Hoy ya tengo 48 años. Ya desistí de la  ambiciosa empresa de lograr implantes de células placenteras, y la utopía de un cuerpo que goce con el solo roce  con la ropa se me fue de las manos. . No es falta de esperanza o desasosiego. Hace un par de años, mi hija estaba haciendo un trabajito práctico para el taller de plástica acerca de las pirámides de Egipto, y necesitaba pan rayado para simular la arena del desierto. Vaya a saber como, encontró el tarrito de dolca y asumió que podía usarlo y así tres décadas de trabajo fueron inmortalizados en un trabajito práctico que fue exhibido a fin de año y todos los padres e hijos de  la escuela de una u otra manera, me vieron el culo.