sábado, 30 de julio de 2016

Carta abierta a Nicolás Cabré


San Nicolás, sábado 30 de julio del 2016

Estimado Nicolás Cabré:
Hace unos meses fui para Capital Federal a ver la obra de teatro “Nuestras mujeres” en el CITI. Cuando terminó la función comí algo por la misma cuadra del teatro en calle Corrientes y al salir a buscar mi auto para volver junto con mi mujer a casa, te vimos salir del lugar donde estás presentando tu trabajo “El quilombero”. Te vi rodeado de algunas mujeres que te esperaron para sacarse una foto con vos. La mayoría iban en grupo y solo se limitaban a sacarse de a una la foto, darte un beso y salir caminando compartiendo el testimonio en alguna red o chequeando que la luz y el foco estuviesen en condiciones. Te vi siempre bien dispuesto y sonriendo mientras un muchacho de traje te esperaba pacientemente a modo de patovica. Cuando más o menos pudiste zafar del grupo dejando a todas conformes, te alejaste caminando. Justo con mi mujer íbamos a escasos pasos tuyos cuando te interceptó otra chica que abrió sus brazos y te dijo “¡Nooo...con vos me saco una foto!” y sacó su celu y lo seteó mientras el patovica siguió caminando sin dejar de prestarte atención. Te pasamos mientras la chica te acogotaba en una interminable sesión selfie. Como a las demás, le diste un beso y se alejó. Ahí retomaste tu paso y quedaste caminando mas o menos treinta metros al lado nuestro. Te hacía más alto y más antipático, de verdad. Cuando ibas caminando al lado nuestro pensé en saludarte, o felicitarte por algún trabajo en el que te haya visto, pero no se me vino ninguno a la cabeza en ese momento y me pareció demasiado saludarte así porque sí y pararte para otra foto más. Seguimos caminando y pensé en decirte lo mucho que me gustó una historia que contaste en lo de Mirtha Legrand acerca de tu viejo. Contabas que se había puesto muy contento un día que cambió el estéreo del auto mientras que vos tenías un auto nuevo. En como las cosas simples te seguían emocionando.
Pensaba en esto y te miré y te ví cansado, tenías los ojos mirando el piso pensando quién sabe qué cosa y justo levantaste la cara. Te hice un gesto (bajé un poco la cara y levanté las cejas como preguntando ¿todo bien?) y me hiciste un algo parecido a un “si, todo bien”. Ahí aflojamos las caras y nos miraste un ratito más a mi mujer y a mí y te fuiste a alcanzar al patovica que iba despacio mirando el celular.
Te vi simple y sincero . No la careteaste con nadie, y eso me cayó muy bien Nicolás.
Eso es todo, nada más.

Saludos

No hay comentarios:

Publicar un comentario